El 12 de mayo de 2014 se conmemoran 104 años del nacimiento de Dorothy Crowfoot Hodgkin, profesora universitaria inglesa que desarrolló su extensa carrera en el ámbito de la Bioquímica, siendo reconocida en 1964 con el Premio Nobel de Química por sus trabajos en la determinación por rayos X de la estructura tridimensional de múltiples compuestos biológicos, entre ellos: el colesterol, la penicilina, la vitamina B12 y la insulina.
Comenzó sus investigaciones por la década de los 30´ cuando aún la difracción de rayos X no estaba del todo desarrollada, por lo que se implicó de lleno en la mejora de la técnica.
La insulina fue su proyecto de investigación más importante. A propósito de ésta, una curiosidad, los aportes en el descubrimiento e investigación de la insulina han generado 4 Premios Nobel:
- Frederick Bantig y McLeod: descubrimiento (bastante controvertido, 1923),
- Frederick Sanger: identificación de su estructura química (1958),
- Dorothy Hogking: Estructura tridimensional (1964), y
- Rosalyn Yallow: Radioinmunoensayo de insulina (1977).
Volviendo a la excepcional mujer que nos ocupa en este artículo, cabe destacar que siempre se interesó por el imprescindible intercambio entre los científicos y la repercusión de los descubrimientos de la ciencia en la vida de la población mundial. Muestra de ello es que presidió durante más de 10 años las Conferencias Pugwash de Ciencia y Asuntos Mundiales. Estas conferencias, iniciadas en 1957 en la localidad a la que deben su nombre en Canadá y desarrolladas posteriormente en otros lugares, han discutido asuntos tales como el desarme nuclear y la responsabilidad social del científico en temas como el crecimiento demográfico, el deterioro medioambiental y el desarrollo económico del planeta. En su momento, estas conferencias desempeñaron un papel muy importante en el desarrollo y la firma de los tratados de no proliferación de armas nucleares, razón que la hizo merecedora en 1995 del Premio Nobel de la Paz.
Es criterio de quien estas líneas escribe que la ciencia y los científicos deben estar al servicio de la humanidad. No valen los resultados para abultar el curriculum, deben de alguna manera intentar mejorar la vida del planeta y sus habitantes. En un momento histórico en el que los países con menos recursos pierden sus talentos científicos y las partidas presupuestarias destinadas a la ciencia son sensiblemente disminuidas sin reparar en la importancia de ésta como agente proactivo del desarrollo, ejemplos como el de Hodgkin deberían inspirarnos para hacer del mundo un sitio mejor.
Prof. Hélade Sotomayor.
Lda. en Bioquímica.